Erase una vez una empresa, llamada Iglesia, cuyo Jefe tenía las 8 virtudes del buen jefe:
1. Dejaba libertad a sus empleados para desarrollar su trabajo (Mt 28,19-20)
2. Era capaz de tomar decisiones rápidamente.
3. Con visión de futuro.
4. Sin miedo.
5. Sin favoritos, valoraba a todos por igual (Lc 15, 11-32)
6. Humilde, pese a su gran capacidad.
7. Alegre.
8. Capaz de formar los mejores equipos. (Mc 3, 16-19)
Dicha empresa tenía una misión clara, la salvación de todos los hombres. El capital social era el Amor, inversión de valor incalculable (Jn 3,16). Tenía un gran logo, la Cruz y el mejor manual para el empleado, la Biblia. El mejor producto patentado, la Eucaristía (Mt 26,28). Poseía sucursales en todos los lugares del mundo.
Sin embargo cuando llegó la hora de ver los resultados empresariales no se cumplieron las expectativas del mercado...
¿Cuál es nuestra responsabilidad como empleados?
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