Como el árbol en invierno, el pecado nos hace parecer muertos. Sólo necesitas dejar correr la savia de Dios para recuperar la fuerza de tu vida.
¡¡Despierta!! florecerás y darás fruto abundante.
"He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Jn 1,29
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